sábado, 14 de mayo de 2011

Día 578 -- El espejo --

Día 578 -- El espejo –

Entra el carcelero y ...

Nigromante: Os habéis mirado alguna vez en un espejo y os habéis preguntado como es el mundo desde el otro lado.
El carcelero sonríe, pero continua con su labor.
Nigromante: ya veo que no. Hoy os contaré algo que hasta mis mas allegados desconocen.
ríe irónicamente el nigromante mientras se dispone a contar una de sus historias...
 

   Hace mucho, mucho tiempo, un mago que siempre luchó por ampliar sus conocimientos, se hizo tan poderoso que el mismísimo viento le obedecía, las tormentas pedían su permiso antes de extenderse sobre la tierra, el fuego no se atrevía a consumir sin su consentimiento y los ríos fluían cuando se le antojaba.
Su sabiduría era envidiada por altos magos que anhelaban su defunción. Pero el tiempo desgastaba el rostro del mago. Se pasaba todo el día mirándose en un espejo contemplando su rostro.
Sus arrugas definían un cuerpo moribundo, pero su espíritu mas vivo que el de un niño, aunque preocupado por que el tiempo no le dejaba aprender aquellos secretos ocultos en un libro desapercibidos por el necio.

Un día el mago desapareció misteriosamente del castillo, el rey preocupado pensaba que había muerto.

El rostro de un mago que había aprendido el secreto de los elementos, al morir, su cuerpo no deja rastro para no ser profanado.

Un joven encapuchado salia del castillo para ocultarse en el bosque. Portaba apoyado en su espalda un espejo redondo cubierto de telas y bajo su brazo, un libro que agarraba con mucho ahínco entre sus brazos..
El mago había conseguido pausar su envejecimiento y así continuar estudiando los secretos de aquel maldito libro por muchos año.

El mago aprendió a eludir las maldiciones que ocultaba el libro, y a comprender su lectura. Pero descuidó el pacto que tenia con la Muerte que cada vez era mas difícil de mantener, y su  rostro comenzaba a envejecer rápidamente sin percatarse de ello.
El mago agotado se durmió encima del espejo junto a su libro.
Los sueños se confundían con los recuerdos de su juventud vividos varias veces, aunque sus últimos recuerdos eran solitarios.
Antes de despertar el mago sintió una llamada desconocida, observó su alrededor pero no advirtió magia.
La llamada volvía a perturbar su calma, abrió los ojos y vio como su reflejo le hablaba. El reflejo del mago parecía ser otro mago al lado del espejo, como si hubiera sido liberado de su esclavitud. El reflejo le dijo al mago que existía una forma de leer aquellas plateadas runas del libro que jamas nadie había podido descifrar nunca.
El mago consciente de que estaba soñando, escuchaba con mucha atención y nerviosismo.
- Observa las runas desde este lado. - alzaba su reflejo con la mano derecha, el espejo y
con la izquierda el libro, reflejando las palabras en el espejo, podía entender aquellas runas con las que tanto tiempo había soñado.

Al despertar se dio cuenta que todo fue un sueño. La mirada borrosa hacia el espejo. - Solo ha sido un sueño - Se recordaba el mago.
La habitación estaba toda cambiada como del revés.
Se levantó de la silla, desorientado caminó en busca del libro y al abrirlo contempló que este estaba en blanco, no había nada escrito.
Observó nuevamente el espejo con cara de asombro pudo observar un extraño símbolo pero lo mas inquietante, su rostro no se reflejaba en aquel espejo.

Esto parece tal real, pero es evidente que todavía no he despertado. - Pensaba el mago.
Trató de formular un hechizo que le hiciera despertar, pero el hechizo no funcionó.
No funciona por que estoy despierto. - Se alarmó el mago dirigiéndose hacia la puerta de su cabaña, pero mágicamente su cuerpo apareció delante del espejo y esta vez había un reflejo, el no podía moverse, ni hablar, pero si escuchar, la voz de su reflejo le dio las gracias por haberlo sacado de la esclavitud de su imagen y ahora le tocaba a él ser el reflejo.
El mago ahora esclavo de su reflejo, atrapado en el mundo del espejo fue lo ultimo que aprendió 
antes de perderse en los sórdidos rincones de otro mundo, mientras contemplaba aquel maldito libro
en las manos de su reflejo mientras este ahora real, reía y reía, y decía: Tu mas preciado tesoro,
se ha visto cumplido en mi.



 El carcelero que había terminado sus tareas lentamente para poder escuchar la historia del nigromante, luego salió y cerró la puerta mientras las cadenas que ataban al nigromante se destensaban.








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